Pandero y Danza

Dar a  Dios la gloria debida a su nombre y poner gloria en su alabanza, es lo que buscamos hacer cuando ministramos con el pandero y con la danza. Rendir a Dios nuestras vidas en adoración es nuestra meta continua.

Objetivo General:

Proclamar el nombre de Jesucristo, disponiéndonos para ministrar a Dios por medio de la alabanza y la adoración, ejerciendo nuestro llamado al ministerio de pandero y danza.

Objetivo Específico:

Impulsar el crecimiento ministerial proveyendo de instrucción bíblica y de habilidades a cada una de las panderistas que conforman este ministerio.

Una panderista ante todo es una adoradora, no una artista, animadora o ambientadora, alguien que no sólo conoce y cree en Dios, sino que por ello le ama y por consecuencia le adora.

El principal instrumento para adorar y dar alabanza a Dios es un corazón limpio, recto e íntegro; tener una vida apartada (santa) para agradar a Dios cuando levantamos nuestras manos en la congregación y cuando en cualquier sitio, y cualquiera que sea nuestra actividad somos de testimonio  y siervos que no tienen nada de qué avergonzarse.

Para ministrar con excelencia a Dios debemos tener una adecuada y basta instrucción bíblica, así como técnica para así moverse en cada elemento visible e invisible involucrado en el ministerio.

Al tocar el pandero debemos estar conscientes de su implicación espiritual, sus significado y su fundamento; el estudio de los versículos bíblicos para cada rutina es indispensable; así como ejecutar cada movimiento con entendimiento y congruencia.

Con la sabiduría de Dios aprendemos la utilización simbólica y significativa de los colores y de cada instrumento y accesorio  que nos ayude a comunicar el gozo de su alabanza sea en la danza unánime, espontánea, interpretativa o profética.

No terminamos de aprender, así que estamos cada día recibiendo de Dios lo que su Palabra nos enseña para crecer en nuestro llamado a servirle; creciendo en creatividad, gozo y sabiduría para

¡Poner gloria en su alabanza!